viernes, 29 de octubre de 2010

Revocar la Posición Común con Cuba es renunciar a una Cuba Libre

El primer titular de la nueva Ministra de Exteriores ha superado con creces el legado del 'destituido' Moratinos. Trini se ha plantado ante el Parlamento Europeo para defender la suspensión de la Posición Común como respuesta a los 'avances' del gobierno castrista. Al hablar de 'avances' se refiere a la liberación de los 42 presos políticos acogidos por España desde el pasado mes de julio.

Para Jiménez, la dictadura ha dado un gran paso dejando marchar a 42 hombres encarcelados por defender su libertad de expresión y los derechos de todos los cubanos. Para Jiménez, que los Castro permitan elegir entre la cárcel o el exilio es un paso positivo. Una vez más, los socialistas olvidan la lucha por la libertad para marcarse un punto a favor.

La Posición Común se creó en 1996 por iniciativa del Presidente Aznar. Es un acuerdo entre los países de la UE para asumir una postura conjunta ante la dictadura cubana, con el fin de lograr una transición a la democracia desde el diálogo con la disidencia y el respeto de los derechos humanos. A los líderes del castrismo no les gusta y a 'la ministra de ZP' tampoco.

Los cubanos necesitan que la Unión Europea defienda sus derechos humanos y no es suficiente la liberación y expulsión del país de una pequeña parte de sus presos políticos. Cuba necesita un gobierno democrático y de Derecho, donde la libertad de expresión sea una realidad para todos los ciudadanos. Europa tiene la obligación de exigir el fin de la represión ideológica en Cuba y la actitud de Jiménez al pedir la rescisión del Pacto Común pone en evidencia la imagen de España, de donde salió la iniciativa y desde donde llevamos años luchando por la libertad de los cubanos.

El Ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, mantiene su posición dictatorial ante la voluntad de diálogo de Europa y dice que la UE “sueña” si piensa que puede normalizar las relaciones con Cuba sin revocar la Posición Común. Una actitud cínica y exigente del gobierno castrista que Jiménez ampara aludiendo al “lenguaje diplomático habitual”. Pide una relación “basada en la confianza, el respeto y la bilateralidad” con Cuba y se olvida de la represión ideológica y la ausencia de derechos de los cubanos.

Moratinos acabó mal y Jiménez empieza peor. Su actitud perjudica a España, a Europa y a Cuba. No basta con esperar más excarcelaciones de disidentes ni que la dictadura permita a Guillermo Fariñas viajar a Estrasburgo en diciembre para recoger el Premio Sajarov a la libertad de conciencia. Lo único que puede poner fin al Pacto Común es que Cuba reconozca los derechos de los cubanos. Y Zapatero, como presidente, debería recordárselo a su ministra.

Sonia G., Secretaria de Publicaciones de NNGG de Moncloa-Aravaca

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