martes, 15 de febrero de 2011

De responsabilidades morales y otras. Sinde, De la Iglesia y el cine

Anoche Alex de la Iglesia pronunció su último discurso como presidente de la Academia del cine. Fue tal y como lo esperábamos, sutil pero muy clarito. Ni una mención a la Ley Sinde, pero con el ceño fruncido al decir las palabras 'Internet', 'derechos' y 'cine'. Su llegada al puesto que ayer despedía fue esperanzadora para el cine español. A todos nos emocionaron sus intenciones de reconciliar a grandes directores con la Academia y su defensa de la industria cinematográfica desde el creador hasta el consumidor. Muy acorde estuvo anoche cuando dijo que “una película no existe hasta que alguien se sienta a verla”.

La cara negativa de su nombramiento en 2009 fue el destino de su predecesora: Ángeles González-Sinde se convertía en Ministra de Cultura. Sí, la misma que dijo que “¿para qué necesitamos todos una línea de ADSL de no sé cuántos gigas? ¿Para mandar e-mails?”. Leí en algún sitio de la Web (y aquí me la estoy jugando porque voy a usar una creación de alguien para disfrute propio y sin pagar por ello) que nombrar a Sinde Ministra de Cultura era como entregar el Ministerio de Fomento a Florentino Pérez. ¡Magistral comparación! Su particular creación: una ley que pretendía anteponer la voz del Gobierno (el texto lo llama 'Comisión de la Propiedad Intelectual') a la voz de la Justicia. A trancas y barrancas, el Partido Popular ha conseguido que el procedimiento legal sea vigilado por los jueces antes de cerrar una página Web para verificar si vulnera o no los derechos fundamentales.

A De la Iglesia no le ha gustado la ley y se ha ido, lo cual le engrandece como persona. Es, o era, amigo íntimo de Sinde y, aunque le pese, tiene muchas cosas en común con ella. Por eso, su dimisión no me da la más mínima pena. Su lucidez ha quedado patente al decir que “la gente no va al cine porque está delante de un ordenador”. Ha hablado de cambios, del presente de Internet y, atención, asegura que “lo importante no es ganar, sino disfrutar haciendo cine” al tiempo que alude a la “responsabilidad moral de la industria con el público”. La teoría está muy bien; un poco obvia, pero bien. La práctica...

Internet es el presente desde mucho antes de su llegada a la presidencia. En su aventura al frente de la Academia, no hay ni rastro de los cambios y la acción que pregona, la innovación y la adaptación de la industria cinematográfica española a las necesidades de nuestra sociedad, la conciliación del cine e Internet como aliados y no como rivales. Ahí está la clave, que muy bien defendió anoche, pero sobre la que nada ha trabajado desde su posición como académico. La lucha contra la piratería y la protección de los derechos de propiedad intelectual no tiene su solución en la Ley Sinde. Y el cine español no va a florecer porque el Gobierno se convierta en guardián de las descargas ilegales. La crisis de nuestro cine radica en su incapacidad para competir en el mercado internacional. Los socialistas nunca han sido partidarios de competir desde la libertad y la igualdad, han optado por imponer sus reglas de juego, subvenciones vacías y, gracias al canon, muy cuantiosas, pero sin resultados sobre nuestra industria. Tanto Cultura como la Academia, deben trabajar juntos por descubrir a los cientos de jóvenes con talento, ideas y muchas ganas de crear, pero desde la formación y en busca de la competitividad. E Internet es una herramienta fundamental en la que debemos apoyarnos. Hacen falta proyectos innovadores, no leyes restrictivas. Hacen falta talentos, no películas mediocres. A ver qué tal lo hace la próxima presidenta (o presidente...).


Sonia G., Secretaria de Publicaciones de NNGG Moncloa-Aravaca

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